Antes de nada, es preciso aclarar que si se sufre de los nervios o se tiene muchas otras cosas que hacer mas importantes y no sabemos si nos será posible dedicar el tiempo suficiente en,educar y cuidar un cachorro de perro, es preferible en renunciar a comprarlo.
que necesite.El cachorro desde el momento que entra en vuestra casa, deberá ser habituado gradualmente, y con paciencia, a las cosas, no muchas, que forman parte de su educación y cuidado. No pretendáis que este os obedezca como un recluta en un cuartel. No creáis que con un par de veces las cosas se obtendrán resultados entusiásticos:
Este es el lugar donde debes ensuciar, las patas de estos muebles no son para roerlas, sobre esta alfombra no debes hacer pis. Elcachorro de perro no puede entender vuestro lenguaje. Es inútil esforzarse por hacerle comprender que la moqueta no se debe estropear, que las patas «no mordibles» forman parte de muebles de épocas que han costado mucho dinero.
El cachorro solo poco asociara los gestos con las palabras y aprenderá. Pero esto llevara un cierto tiempo, teniendo, además, en cuenta, que algunos cachorros aprenden rápido y otros son mas lentos, como ocurre con los niños. Los resultados, mas o menos brillantes, dependen exclusivamente del método de educación del cachorro y la paciencia. El cachorro se confundirá si ve cambiar los gestos, sistemas y tonalidades de voz al darle las ordenes, al reprenderlo, al alebrarlo.
El programa de educar y cuidar al los cachorros ha de ser, pues, continuado y homogéneo. Son muchos los que, por haberlo oído decir, creen estar impartiendo una buena enseñanza al frotar el hocico del cachorro con sus excrementos.
Prescindiendo del hecho de que no se gana nada en la higiene en general, en particular se puede obtener el resultado opuesto: repitiendo el gesto muchas veces, el cachorro de perro puede entender todo lo contrario y entonces estar todavía mas dispuesto a ensuciarse justamente en aquel lugar. Regañar al perro cachorro, si no se le coge en la falta, no sirve de nada.
Un buen método es el de recoger, con un pedazo de cartón o algo similar, la orina o las heces y llevarlas a un lugar fuera de casa, o donde se prefiere que el perro ensucie. Llevarle al lugar, siempre y únicamente a aquel lugar, 4 o 5 veces al día, especialmente después de comer, ya que inmediatamente después el perro tiende a desahogarse.
Atraído por el olor, se acostumbrara e ira a su «wc». Podrá observarse, después de algunas días, que en caso de olvido será el perro el que lo solicitara con reiterados aullidos y arañazos a la puerta.
Si debe necesariamente ensuciar dentro de la casa, hacer la misma operación, colocando en el sitio elegido algunos periódicos que, las primeras veces, habrán sido impregnados con orina del cachorro, vertida anteriormente.
Un sistema excelente es el de poner, siempre en el mismo sitio, un cajoncito muy bajo –
Debe cambiarse frecuentemente los periódicos y la arena, pero no totalmente, sobre todo en los primeros días de educación, ya que si se elimina totalmente el olor se corre el riesgo de tener que comenzar desde el principio. Cuando se sorprende al cachorro evacuando en el lugar no designado, debéis reprobárselo con voz firme y conducirle al sitio adecuado.
Si interrumpido el cachorro por la intervención de su amo, continua evacuando en el puesto indicado, debéis alabarle de inmediato, de forma exagerada diciéndole alguna palabra reconfortante. El cachorro se acordara. Nunca se debe golpear al cachorro, los golpes solo servirán para estropear su carácter, sin ningún resultado positivo.
Cuando ya mas crecido, intente mordisquear las alfombras, las patas de los muebles o la cortina, reprendedle diciéndole alguna cosa o con un seco «no». Debe recordarse también que las reprimendas han de ser pronunciadas siempre con el mismo tono enérgico de voz. Decimos energía y no ira, gritar descontroladamente solo servirá para asustar al cachorro y obtener dudosos éxitos.
Después de haberle regañado, darle su hueso falso o, mejor, una zapatilla vieja, la cual preferirá otro objeto, ya que el olor del que esta impregnada le agradara mucho porque le parecerá que esta jugando con usted.
Nunca le lleve a su cama porque después no podrá librarse de el. si lo hace una vez «por probar» o porque esta en un particular estado de euforia y se siente mas tierno que de costumbre con el cachorro, se arrepentirá de haberlo hecho.
No solo depositara la manta en el lugar que usted se siente a descansar, sino que intentara salir de la cama de cualquier manera, con grave daño para sabanas y mantas a los que puede producirles lamentables desgarrones.
Si no quiere tener al perro continuamente a su alrededor y verlo rechazar su comida, no le de bocaditos en la mesa. No hay peor cosa que ver a un can que mendiga, con mirada suplicante, para conseguir el pedazo de pan mojado en el guiso que recibirá mejor que su propia comida.
Los recipientes para comer y beber (deje siempre a su disposición agua fresca) no deben colocarse cerca o en el mismo lugar donde el perro se ensucia. Después de haberlo enseñado con tanta fatiga podría cambiarse de sitio, habituándose al lugar menos adecuado.
Cuando el perro haya crecido, el recipiente para la comida deberá tener una profundidad adecuada a la longitud del hocico.
La comida debe suministrarse a horas fijas. Si queda algún residuo, no lo deje, pues ingerir comida pasada podría ser malo para los cachorros. No permita a nadie tocar el plato de la comida cuando el perro esta comiendo. Podría morder y, si es grande, hacerlo seriamente. La atávica necesita de defender su comida, puede sobreponerse, incluso, al cariño que sienta el perro por su amo.
Educar al perro a estar en su propia caseta. Durante los primeros días manténgalo sujeto con una cadena, de modo que le obligue a permanecer allí. Cada dos o tres horas, déjelo libre para que pueda satisfacer sus necesidades.
El cachorro no se ensucia nunca en el lugar donde reposa, pero es obvio que si se le mantiene siempre atado deberá hacerlo a su pesar. Después de haberlo hecho jugar durante un cierto tiempo, hay que atarlo nuevamente. En breve tiempo se habituara a alternar los periodos de diversión con los de reposo comprenderá que aquel es su alojamiento.
Haga de modo que el perro se familiarice lo mas rápidamente posible al collar y al bozal. Déjeselos para que los husmee y juegue con ellos, de modo que pueda constatar que no debe temerlos.
Rápidamente asociara la traílla al placer del paseo, hasta ser el mismo el que vaya a buscarla o llame vuestra atención sobre ella cuando vea el momento a salir.
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